El retroceso de América Latina

por Leonardo Moreno

El retroceso de América Latina

Esta semana se entregó el informe «Panorama Social de América Latina 2018» de la Cepal, que muestra que la pobreza extrema en la región, alcanza su nivel más alto en una década. En efecto, la pobreza afecta a 184 millones de personas de las cuales 62 millones (30,2%) se encuentran en extrema pobreza, es decir no alcanzan a satisfacer sus necesidades alimentarias; ni hablar de las otras como el vestuario, vivienda, la educación o la salud. Esto es planteado por el organismo internacional como un preocupante retroceso, tras los sistemáticos avances que se habían registrado hasta 2014.

Se suele pensar que en la medida que aumenten los ingresos de las familias, éstas salen de la pobreza. Pero lo cierto es que aquello puede suceder en forma puntual. La superación de pobreza sólo por ingresos no es una superación integral, robusta y con protección. La debilidad en muchos capitales (social, humano, material), la pertenencia a entornos carentes (institucionalidad débil, corrupción, déficit público), como la inexistencia de buenas oportunidades, hacen que gran parte de la gente que «deja atrás» la pobreza por ingresos, permanezca por muchos años, sino por toda la vida, en una enorme franja de población que se encuentra en lo que llamamos «situación de vulnerabilidad». Es decir, pasan a formar parte de un gran conjunto de personas que entran y salen de la pobreza varias veces durante su ciclo vital. Distintos estudios evidencian que al menos hablamos del 40% de la población de nuestros países.

La vulnerabilidad no es otra cosa que la incapacidad de las personas y familias para enfrentar determinados golpes de la vida, que se pueden dar en forma repentina, como un desastre natural, una enfermedad grave o la pérdida del empleo. Y como no los pueden enfrentar por sí solos, son los primeros en volver a caer en pobreza o indigencia cuando el sistema económico se deprime, cuando la violencia le gana a las instituciones o cuando sucede un desastre a gran escala.

Esto se está observando con especial crudeza en Centro América, particularmente entre Honduras y México, territorios que además son siniestrados frecuentemente por el narcotráfico y el enfrentamiento armado entre diversas facciones en los sectores rurales. Pero lo dicho: todos nuestros países, incluido el nuestro, presenta un número muy elevado de personas que más que formar parte de una clase media protegida, viven la angustia cotidiana de un mañana incierto, en la satisfacción de sus necesidades más básicas.