“Terminar era una responsabilidad hacia mí y hacia las organizaciones que me apoyaron. Fue difícil, inicialmente duraba 4 años la carrera y me demoré 5, pero lo hice en memoria de mi padre, quien debe estar orgulloso donde está”, relata emocionado. Jivenson es el primer titulado de la beca que otorga Inacap a los protagonistas de los reportajes finalistas del Premio Pobre el que no Cambia de Mirada que organiza hace 18 años la Alianza Comunicación y Pobreza, de la cual la Fundación es parte. La beca existe desde 2015 gracias al compromiso de Inacap y permite que postulen las y los protagonistas de los reportajes finalistas al premio, que por dificultades sociales y económicas han visto postergada la posibilidad de estudiar.
El año 2017 Jivenson fue protagonista de “Haitianos, tras el Sueño Chileno”, reportaje que dio a conocer la dura realidad que viven los habitantes de Haití y el por qué deciden venir a Chile en busca de una mejor vida. En ese entonces él trabajaba en nuestro país para mantener a la familia que formó en Santiago, y para ayudar a sus padres a terminar una construcción que les permitiera dejar la casa provisoria que les dieron después del terremoto del año 2010. Durante la grabación del reportaje, el periodista Rodrigo Sepúlveda acompañó a Jivenson hasta Haití para trabajar con sus propias manos en una vivienda para su familia. Lamentablemente ese fue el último viaje que el joven pudo realizar a su país natal y fue la última vez que vio a su padre, quien falleció el año pasado. Actualmente la inseguridad en Haití es tan alta que su propia madre le dice que es mejor que no viaje a verla, ni siquiera para un funeral.
Jivenson estudió electricidad en Haití, pero no pudo obtener el título porque no contaba con dinero para pagarlo. Es por eso que en Chile comenzó trabajando en cualquier oportunidad que se le presentara, pero siempre tuvo el sueño de formalizar sus estudios. Es por eso que ganar la beca Inacap “ha sido un golpe de suerte muy potente en mi vida, esta oportunidad me permitió cumplir el sueño de tener estudios y tener un respaldo para solicitar trabajo en algo que haya estudiado. No todo depende de los estudios, pero es una base para sentirse con confianza y buscar oportunidades”, comenta.
Miguel González, Director de Vinculación con el Medio y Sostenibilidad de INACAP, comenta que “para nosotros este trabajo conjunto nos permite fortalecer los lazos con instituciones que buscan contribuir al desarrollo de nuestro país, reconociendo el esfuerzo de las personas y otorgando oportunidades para su formación y superación. Estamos orgullosos de la contribución que hace INACAP a la movilidad social para que miles de familias mejoren sus vidas, a través de una formación accesible, de calidad, inclusiva y pertinente a los desafíos de los sectores productivos y de servicios”.
Jivenson, con la beca estudió ingeniería en automatización y control industrial, lo que le permite trabajar en empresas de diferentes rubros y en diversas áreas. Actualmente está viendo qué pasos seguir, tiene ganas de empezar una pyme, pero a la vez le gustaría poner en práctica sus conocimientos en una empresa.
Siente que ya se acostumbró en Chile, ha logrado encontrar trabajo, formar una familia y obtener estudios, sin embargo comenta que a muchos de sus compatriotas “se les ha apagado el sueño”, ya que no han obtenido el recibimiento que esperaban. Tal es el caso de sus hermanos, quienes estuvieron también en nuestro país, pero tuvieron que emigrar en busca de otra residencia.
Jivenson se enamoró de una chilena, con quien actualmente tiene dos hijas, y gracias al apoyo de ella pudo sacar adelante sus estudios. Nos cuenta que otros estudiantes, que también obtuvieron la beca, han debido abandonar en el camino, porque es muy difícil compatibilizar este compromiso con la barrera idiomática, la vida personal, familiar y el trabajo. Cuando él comenzó en Inacap, en su empleo le dieron a elegir entre estudiar y trabajar, y él optó por sus estudios. No fue fácil, sin embargo se siente agradecido y orgulloso de las decisiones tomadas, que hoy lo llevan a ser el primer ingeniero en su familia.
Actualmente está viviendo en La Cruz, región de Valparaíso, donde logró comprar una casa y desde donde se debió trasladar el año pasado dos veces a la semana hasta Santiago, para las últimas clases. Hubo un gasto importante de por medio, pero aprovechó su vehículo para trabajar de uber, porque ni la distancia sería impedimento para terminar con su sueño.
La casa en Haití no se ha podido terminar, porque durante estos años debió destinar parte de sus ingresos a la salud de su padre y se concentró en terminar sus estudios. Le gustaría traer a su lado a su madre, pero es muy difícil obtener en Haití la documentación necesaria para ingresar a nuestro país. Es por eso que desde acá la sigue valorando y cuidando. Cuenta que a pesar de que sus padres no tuvieron familia ni recursos, le entregaron educación a él y sus hermanos, “todo el apoyo que he recibido no hay como pagarlo”, finaliza.